La que nadie buscó

¿Recuerdas cuando veías más de lo que tu dedo señalaba? ¿Recuerdas cuando tus sueños  tenían sentido y cauce? ¿Dónde quedó la que imaginaba un mundo mágico, vital y esperanzador?

Está entre las sábanas vespertinas que cobijan la indiferencia y el dolor.

Nunca me quité la máscara, sigo aparentando algo que no soy, desperdicié la vida en el asqueroso intento de pertenecer. No encajo! no encajo! y sigo esperando que alguien vea más allá de mi, que alguien descubra lo que no encuentro, pero lo que hay detrás de todo, no es más que una vasija rota, vieja y frágil creyendo ser un tesoro que nadie buscó.

 

Soy esa mujer

No me considero disidente ni revolucionaria, a lo mucho, solo alguien que cuestiona lo establecido.

Me descubro tibia y sin rumbo, distinta a la que diseñé siendo adolescente. No me destaca la valentía ni el arrojo, no digo lo que pienso ni defiendo causas universales.

Soy pequeña e insignificante en el mundo de gigantes, soy nada entre los seres que devoran la vida, que gastan sus opiniones todos los días. Dejé de creer en mí, porque lo que hay, no alcanza a inspirar a nadie.

Hueca, cansada y sin ánimo a defenderme de la imposición de quienes se creen (y seguro lo son) superiores, opinan, deciden e imponen. Inútil mujer que respira y vive, no existe, solo vive.

Mujer cansada de no ser lo que sus padres, amigos y sociedad le exigieron, mujer que espera la muerte. Mujer que antes soñaba con la libertad y hoy la regresa intacta, entera y nueva.

Mujer llena de nada más que de hartazgo, indiferencia desolación. No soy nada ni de nadie. Nadie lloraría mi desaparición, nadie me extrañaría. Soy esa sombra en la esquina olvidada de una casa deshabitada. Soy esa que aun en la sonrisa deja salir la profunda tristeza de su corazón, soy la que nadie recuerda, la que nadie busca, la que nadie ama.

Si tan solo fuera fácil desaparecer, pero al parecer ese es mi trabajo en la vida, desdibujarme poco a poco, diluirme con el llanto ahogado que cada noche aparece, borrarme en cada silencio, en cada puño apretado, en cada frustración y grito extinguido.

Susurro mi nombre sólo para no olvidar que soy una meta de la muerte, que tarde o temprano logrará… vaya objetivo.

Falsa, molesta, irritada, infeliz.